There is so much beauty in this world...

martes, 21 de abril de 2015

Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba acá, y menos aún con la intención de quedarse.

Lo mejor será abrir bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre luz, que pinten algo los colores.

Y hablando de ingresar, andá poniéndote cómodo, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte más.

Podes dejar tus cosas acá, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras. Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está húmedo con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.

El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de repente.

No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones vos.

Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas que baja, es que se me ha ido la mano con el agua. Salí y volvé a entrar pasados unos minutos. Disculpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios.

Tampoco funciona bien el lavarropas. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación es ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.

Para acabar, te he dejado una cama de rey  y algo de pollo hecho en la heladera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión. Acá no venís a rendir cuentas, sino a quedarte. Acá no venís a competir con nadie, sino a compartir. Y lo de dar explicaciones, dejalo en la puerta de entrada. No lo necesitamos.

El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar, y sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.