There is so much beauty in this world...

domingo, 23 de abril de 2017

Hay muertos que no olvido y vivos que para mí, ya murieron.

jueves, 20 de abril de 2017

Erase una vez...

Este es uno de esos textos que siempre quise escribir, pero siempre lo posponía. Quizá por cobardía o porque nunca será agradable confesar que uno fue víctima de un problema tan común pero a la vez vergonzoso para quien lo padece. Fue a raíz de que vi la serie "13 reasons why"cuando vinieron a mi mente algunos momentos de mi vida que sí bien, forman parte del pasado, en su momento me provocaron varios golpes.

Se dice que el bullying es algo actual, que la sociedad es ahora impiadosa. Mentira. Yo lo sufrí en carne propia veintidós años atrás. Hoy me pregunto cómo viví angustiada tanto tiempo, cómo lo soporté, pero el bullying es algo de lo que uno no se puede escapar si no hay ayuda. Cuando se dan las condiciones propicias, el agresor y sus agresiones lo atrapan a uno en una red que día a día aprieta más fuerte, el mundo continúa girando fuera de la misma como si nada, pero para el agredido todo lo que está afuera de la red pasa a un segundo plano, lo importante es como poder sobrellevar la presión que nos asfixia más y más.

Una de las razones por las cuales me transformé en la víctima perfecta es porque era insegura. Ahora me doy cuenta de que la mayoría de estas cosas venían dadas por las inseguridades de mi padre quien me inculcó desde chica sus debilidades, con su carácter represivo, sus gritos y su intransigencia. Creo que esa actitud fría y agresiva me marcaron sobre todo en mi infancia y primera adolescencia. 


Creo que para que exista el bullying tienen que haber dos actores: el acosador y el acosado. Y lo que siempre me asombró, aun ahora no me lo puedo explicar, es por qué nunca nadie me defendió, me refiero a mis profesores y a mis otros compañeros, ya que muchos sabían de la situación pero nunca nadie salió en mi defensa. Preferían mirar para otro lado.


Nunca supe exactamente por qué fui víctima de burlas. Fue por ser como soy? Por mi personalidad?. Tampoco cómo comenzó ni el momento en el que terminó. Un día el problema estaba ahí, y por mucho tiempo me acompañó como una sombra que de vez en cuando se las ingeniaba para recordarme que siempre andaba tras de mis pasos.

El comienzo del suplicio fue en cuarto grado. Los que me agredían era un grupito reducido de nenas. Con sus agresiones, trataban de ocultar sus propias inseguridades, sentirse más fuertes. Una de ellas las lideraba y era quien me agredía verbalmente y físicamente, las demás aprobaban cualquier cosa que dijera con sus risitas.

Algunos recuerdos son borrosos, la memoria es piadosa y pone barreras a lo que nos hace daño, pero recuerdo que al comienzo las burlas se referían sobre todo a mi condición de buena alumna y a las excelentes notas que yo sacaba (ironía de la vida, en mi adolescencia no era buena alumna, por esta razón).

“Estudiaste, Muller?”, me preguntaba mi acosadora, “claro que estudiaste”, se respondía ella misma ante las risas y las caras burlonas de sus amigas, “estudiaste porque es lo único que hacés, rarita”.

Los que me conocen ahora, enérgica y decidida, se preguntan, pero cómo no le partiste un libro por la cabeza y la insultaste con esos insultos tan creativos que siempre decís cuando algo no te gusta? Yo era otra, era una niña insegura que intentaba entender un trauma. Estaba encerrada en esa red que incluía el colegio, mi casa, mis miedos, mis traumas, y mis acosadoras eran la cuerda que la tensaba día a día.

Recuerdo mi sentimiento de angustia y soledad de que nadie pudiese acercarse a mi ya que estaban amenazados. La tortura y desesperación que muchas veces significaba ir a clases. El caso es que el colegio fue un infierno para mi. Sentir ese desprecio, sin valor y lidiar con la burla. De ahí vengo. Pero ahora se que eso lo sentí porque permití que eso me afectara. Cada quien tiene y ha tenido sus propias " cargas" en esta vida. La mayoría de esas "cargas" optamos por llevarlas a cuestas de una manera voluntaria y no tan consciente.En toda mi vida me han dicho que mi bullying sufrido no era tan grave, que exageraba, que a los 10 años no podes sufrir tanto como en la adolescencia. Ellos no vivieron los insultos, el aislamiento, los comentarios en voz baja, el acoso constante, la espera de que llegue al colegio para agarrárselas conmigo, los robos de desayuno, las amenazas, las golpizas, la roturas de los cuadernos, los escondites de los anteojos, las charlas innecesarias con la psicopedagoga para resolver de que no me peguen mas. No, nunca lo entenderán, porque no lo han padecido. La indiferencia hacia este problema contribuye a que este se fortalezca.

A pesar de que los pensamientos suicidas se apoderaron en muchas ocasiones de mi. No haber formado parte de las estadísticas, tuve la suerte de poder romper la red que me tenía atrapada, aunque cuando leo en el diario algunos actos violentos de chicos o chicas acosados, veo que no todos pueden hacerlo. 

Aunque creo haberme liberado de la red, a veces vienen a mi memoria esos años de sufrimiento en la escuela y me pregunto cuánto mejor lo hubiese pasado si no hubiese estado atrapada. Ojalá este mensaje dé una luz de alerta y sirva para que los acosadores tomen conciencia del mal que pueden hacer: las heridas infringidas –les juro– nunca cicatrizan del todo.