There is so much beauty in this world...

domingo, 9 de diciembre de 2012







Después de hacernos la cabeza una y otra y otra vez, después de haber llorado litros y litros de lágrimas, después de haber puteado en todos los idiomas e incluso inventado nuevos dialectos entre puteada y puteada, después de haber analizado cada momento y palabra, después de habernos pasado a la filosofía de vida de “let it be” y lo dejamos ser, después de desesperar para luego volver a creer en algo que ya no tiene pies ni cabeza, después de haber jurado y perjurado que nunca más volveríamos a caer en chamuyos baratos y promesas vacías, después de habernos conformado para luego exigir lo que realmente merecemos, después de haber pegado unas cuantas patadas en el ojete a más de uno para luego volver arrastrándonos (sí, todas en algún momento lo hicimos), después de sentirnos las más superadas sin sentimientos para terminar sintiéndonos las minas más sensibles sobre la faz de la tierra… Sintiéndonos como una hojita en otoño, agarrándonos desesperadamente de esa rama que amenaza con moverse bruscamente de un momento a otro. Que amenaza con sacudirnos y dejarnos volando a merced del viento. Sin esperanza, amargadas, asexuadas, rencorosas, melancólicas, inestables…

Después de haber recibido más de una patada al pecho, más de un golpe bajo, más de lo que pensábamos poder soportar. Después de haber pasado página, para luego volver a echar un vistazo a todo aquello que ya pasó. Después de haber intentado salvar lo insalvable. Después de haber sobrevalorado personas y momentos. Después de habernos ilusionado con promesas vagas, de haber comprado humo al por mayor. Después de haber odiado, después de darnos cuenta que nunca fue odio realmente. Después de haber perdonado por el simple hecho de querer seguir adelante. Después de haber superado para luego darnos cuenta que no había nada que superar. Después de habernos refugiado en el rencor para no tener que enfrentar la pura tristeza. Después de habernos tropezado con la misma piedra, incluso cuando nosotras mismas la volvimos a poner en nuestro camino.

Después de haber sentido vergüenza por lo que sentimos, por culparnos una y otra vez por algo por sobre lo que no tenemos control alguno. Después de haber buscado desesperadamente respuestas que al fin y al cabo no queremos encontrar. Después de haber intentado encontrar sentido y coherencia a cosas que no se supone que lo tengan. Después de haber desgastado a más no poder el consuelo de “todo pasa por algo”, para luego entender que no importa el por qué sino seguir caminando con la frente bien en alto.

Después de pasar noches interminables. De haber probado todos los consuelos habidos y por haber. Touch and go, un clavo que saque otro clavo, volver a intentar, desempolvar algún que otro muerto de nuestro placard (JAJAJAJA pendejos hair)… Después de todo eso y mucho más, un día inesperado nos despertamos con la sensación de realmente entender todo aquello del “todo pasa”. No es algo que planeamos, no es algo que podamos controlar. Supongo que todo pasa cuando tiene que pasar y sin saber cómo, volvemos a abrir los ojos.

Pasamos por tantas cosas, tantos sentimientos, tanta confusión, certeza, dolor, felicidad… pero por un momento parece que todo eso pasó en un abrir y cerrar de ojos. Todo eso que vivimos, todo eso que aprendimos, todo eso que superamos y luchamos, todo eso que tanto sufrimos, todo eso que creíamos eterno…fue tan sólo un momento.

Tan sólo un momento comparado con lo que nos queda por delante. Y sí, todo pasa. Lo dije y fue así.
=)